INTERVENCIÓN DEL SEÑOR VICEPRESIDENTE EN LA CEREMONIA MILITAR DE LA FUERZA TERRESTRE

Quito, 9 de Agosto de 2010

Conciudadanas y conciudadanos:

«Mañana celebraremos 201 años del inicio de la emancipación de América. De nuestros primeros intentos de Independencia, cuando San Martín con sus ejércitos y Bolívar con los suyos, emprendían gestas heroicas de forma simultánea.

Quiero relievar el 10 de Agosto, no únicamente como la magna gesta heroica que fue en su época, para independizarnos de las decisiones de España, sino como el símbolo de la construcción de la nueva Patria Latinoamericana, altiva y soberana.

Una Patria que sigue en construcción, pues –paradójicamente- no hay región en el mundo que agrupe a tantos países semejantes en idioma, historia y costumbres, pero tan divididos y tan poco complementarios en sus políticas y economías.

Quiero relievar también que el ascenso en un militar constituye un momento especial en su carrera, no solo exteriorizado por las nuevas presillas en el uniforme, sino por un cambio de jerarquía que supone un reconocimiento a la experiencia, producto de un tiempo en que se cultivan las destrezas físicas e intelectuales.

Para un general, la carrera militar comienza en la juventud. Desde que ingresa a la Escuela Militar Eloy Alfaro, como cadete. Demanda toda una vida de preparación, de trabajo incesante en distintas áreas, por las diferentes regiones del país. Una vida en que se adquieren las dotes de un líder, capaz de comandar a los hombres al cumplimiento de los objetivos, pero además un sentido de amor y trabajo por el país.

En la Independencia, el grado militar dependía del coraje, la dedicación, el cumplimiento de los objetivos en el campo de batalla. Hoy en día, el Alto Mando del Ejército tiene la responsabilidad de conducir a miles de hombres y mujeres de diversas jerarquías, soldados de nuestra Patria, dispuestos a ofrendar sus vidas si fuera necesario, en defensa del Ecuador y sus instituciones.

Son los herederos del valor, la inteligencia y la brillantez estratégica de Antonio José de Sucre, quien recibió el grado de Gran Mariscal, luego de la batalla de Ayacucho, con la que se selló la libertad de América.

Por ello, el juramento que realizan nuestros soldados cuando, voluntariamente, ingresan a esta nobel y exigente carrera es un compromiso con el país, con su historia, su presente y su futuro.

La lucha por un Estado que se re institucionaliza, luego de heredar del sistema perverso que nos dominaba, instituciones alejadas de la verdadera misión de servir al pueblo. Instituciones sin identidad, sin vocación, sin una visión de integración con los intereses nacionales ni con el futuro.

Por eso, la importancia de que se fortalezca la institucionalidad de nuestras Fuerzas Armadas, en cada una de sus ramas. Sabemos cuánto daño ha hecho a nuestro país la manipulación política de nuestra defensa.

Las Fuerzas Armadas no podían permanecer al margen de este proceso de revolución. En el camino, junto a ellos, hemos descubierto muchos errores del pasado, hemos atendido a los más necesitados, hemos cuidado de los humillados y también hemos contribuido a fortalecer decididamente las Fuerzas Armadas, abandonadas por la irresponsabilidad de quienes confundían el ahorro con el abandono de toda inversión.

En América Latina se quejan de su pobreza, y gastan más de 60 mil millones de dólares anuales en armas. Ecuador quisiera transformar los aviones de combate en hospitales, los radares en escuelas, las balas en alimento, pero ¿cómo lograr aquello mientras subsistan agresiones como las de Angostura, donde el Ecuador no tenía ni siquiera radares?

Somos en esencia una Patria solidaria y pacífica pero resguardad por ciudadanos vestidos de verde y de gran coraje de espíritu.

Por eso, hemos potenciado y continuamos fortaleciendo estructuralmente a nuestras Fuerzas Armadas, elevando su efectividad operativa, su capacidad disuasiva y previsiva, de potenciales situaciones de conflicto.

Tenemos que re diseñar –juntos- nuestras potencialidades, visualizando las verdaderas amenazas, como la extrema pobreza, la exclusión, la desnutrición infantil, el abandono a las personas con discapacidad, por citar solo algunas. Esos son los nuevos enemigos que también favorecen la insurrección y la violencia.

Las Fuerzas Armadas, por ser una institución presente en todos los rincones del país, juega un papel estratégico, no solo en la implementación de los programas sociales y económicos que impulsa el Estado, sino en la construcción de un país con sentido de identidad.

Ya hemos empezado. ¡Qué hermosa y fructífera ha sido la participación de cientos de militares en la Misión Solidaria Manuela Espejo!

De la mano de médicos ecuatorianos y cubanos, nuestros militares vestidos de camuflaje, han visitado más de seiscientos mil hogares en 21 provincias del país, identificando, diagnosticando, acompañando con su logística. Han llegado a atender a más de 200 mil personas con discapacidad.

Quiero terminar haciendo una especial mención a los señores generales que ascienden, en forma especial al general Ernesto González Villarreal, quien asciende al máximo grado de general del Ejército, muestra de su capacidad y temple, pero también de la disposición del Gobierno a fortalecer los mandos de nuestras nobles y queridas Fuerzas Armadas.

La mejor de las suertes a los nuevos generales, así como a los tenientes y subtenientes de la promoción número 110 “Monseñor José María Riofrío y Valdivieso”.

Tienen el total respaldo del Gobierno de la revolución ciudadana.

Muchas gracias…”