Firma de decreto jubilación profesores
El tema de Educación ha sido, y debe seguir siendo, la principal ocupación y preocupación de todo gobierno.
Hemos adherido a los planteamientos del Foro Mundial de Educación. Todavía recuerdo con emoción aquello de “Educación para Todos” que Marcó Jomtien en 1990. Diez años después, Dakar fue insistente en desagregar el análisis de ese “Para Todos”. En 2010, Santiago de Compostela planteó «Educación, Investigación y Cultura de Paz» y, tengo entendido, en este 2012, Porto Alegre aportó con “Educación, Justicia Social y Ambiental”.
Ustedes saben, mejor que yo, que se fueron agregando temas vitales como calidad, acceso, género, descentralización, discapacidad, interculturalidad…
Todos estos son temas primordiales para conseguir una educación como la que queremos para nuestros hijos.
Sin embargo, cuando llegamos al gobierno, cobijados por la esperanza de cumplir con esas metas, programas y consignas, nos estrellamos con una dura realidad: los niños, niñas y jóvenes de este país, por quienes tanto habíamos discutido y aprendido en los foros mundiales, muchas veces no tenían ni siquiera un banco para sentarse, en escuelas que tampoco eran construcciones, con profesores que poco asistían.
Entonces el Presidente Rafael Correa llamó a todos a construir una revolución más: la Revolución del Conocimiento.
Apenas el sábado pasado tuve el honor y la alegría de inaugurar una Unidad Educativa del Milenio en Puyo. Tengo entendido que ya vamos por las 50 instituciones de este tipo. Muchos asistentes decían “qué ganas de volver a ser niño para asistir a una escuela como ésta”.
De verdad que lo que pueda describir se queda corto frente a la magnitud de esa Unidad: la construcción, el diseño, la distribución espacial, el equipamiento, los uniformes, los espacios verdes… en fin: una demostración física y palpable del tratamiento integral que el gobierno le está dando, entre otros temas, a la Educación.
Y es que, para nosotros, calidad en la educación abarca un amplio espectro que va desde salud hasta currícula, sin soslayar planta física y docente, y jamás permitiendo que se olvide equidad, interculturalidad y paz con seguridad.
En todos los foros, discusiones, proyectos y diagnósticos que se han hecho, el tema salarial del magisterio se ha tratado siempre como algo delicado, soterrado, político y espinoso.
Debe ser porque, en Ecuador, al igual que en varios países hermanos, el salario del profesor fue siempre sinónimo de conquista gremial.
Por eso alguien dijo, no sin razón, que en Ecuador sólo existían dos estaciones: la de lluvias y la del paro de maestros.
Puedo decir con sano orgullo que esa fue una de las primeras victorias de este gobierno, no con el gremio, sino con la historia. Una historia vergonzosa que mantenía al maestro con una remuneración exigua y que, como dádiva, iba adornando con extrañas formas de compensación.
¿O es que nos hemos olvidado que había un sueldo, un funcional y una bonificación? Tengo entendido que inclusive existió un famoso seguro adicional del 5%.
Ese tipo de “conquistas” son victorias pírricas que rebajan la dignidad de una de las ocupaciones y profesiones más hermosas de la humanidad, como es la del maestro de futuros hombres y mujeres que manejarán una nación.
Si seguimos manejando un presupuesto nacional en donde el reconocimiento económico a maestros, médicos y artistas es considerado un gasto, estaremos construyendo una sociedad miserable que poco o nada ama a su prójimo.
Cada centavo que se entregue a los profesionales de la educación, la salud y la cultura, es una inversión en los del presente para lograr el futuro que anhelamos.
Necesitamos maestros alegres, creativos, propositivos, proactivos y productivos. Maestros que se capaciten constantemente, que tengan aulas dinámicas, abiertas e inclusivas.
Para eso, el gobierno tiene que dotarles de todas las herramientas como la formación, la implementación física y -por supuesto y ante todo- el salario para vivir más que dignamente. Un salario que reivindique a todos como profesores de primerísima categoría en el que hacer nacional.
Luego de sincerar sus ingresos con una remuneración mensual unificada que muestre todos sus componentes, tenemos que pagar su Seguro Social sobre la totalidad de esa remuneración, porque así se maneja un presupuesto y un país: con coherencia, transparencia y equidad.
Y en todo esto, no puede haber exclusiones ni excepciones: los maestros jubilados merecen nuestro agradecimiento, respeto y tributo, por lo cual hoy también se les conceden todos los derechos al respecto.
Por todo lo dicho, es para mí motivo de alegría y honor, firmar hoy, como Presidente Encargado, el Decreto que reforma el Reglamento General a la Ley Orgánica de Educación Intercultural, en lo que tiene relación con la fusión de Seguros Adicionales del Magisterio con el Seguro General de Invalidez, Vejez y Muerte del Seguro General Obligatorio.
Sé que muchos maestros jubilados han esperado este día con sobrada paciencia.
Gracias, muchas gracias por esa actitud.
Amigas, Amigos