Condecoración «Eloy Alfaro Delgado» – Asamblea Nacional
Ante todo, y por no haber podido hacerlo personalmente, quiero agradecer el apoyo a la candidatura al premio nobel de la paz que -vuelvo a decirlo una vez más- quienes realmente se la merecen, son los 14 millones de ecuatorianos que están construyendo la paz a través de la solidaridad.
Quiero agradecer a quienes aprobaron la resolución de apoyo a esa candidatura, así como a quienes -con el fin de no votar en contra- se abstuvieron o abandonaron este recinto, por delicadeza y amabilidad. Esto, a pesar de que, con diferentes orientaciones ideológicas, buscamos el país que queremos.
Igualmente, mi más cálido agradecimiento por la condecoración del día de hoy que la gentileza de ustedes la ha dirigido a mi nombre, pero que, en realidad, tiene como destinatario a muchas personas e instituciones.
Permítanme recibirla a nombre de un colectivo porque, siendo tarea conjunta, es el reconocimiento, vuelvo a repetir, a varios actores:
A todas las ciudadanas y ciudadanos ecuatorianos que colaboraron, y siguen apoyando nuestras misiones y tareas.
A los miles de brigadistas voluntarios que siguen trabajando, con mucho sacrificio, en más de una ocasión.
A los científicos, técnicos y académicos que nos asesoran permanentemente.
A los medios de comunicación que han sido soporte vital, para garantizar la atención plena a todos.
A los empresarios e industriales que han incorporado estas propuestas de atención e inclusión, como base de sus proyectos de responsabilidad social.
A los compañeros de gabinete, los gobiernos locales, los políticos, y personajes de todas las tendencias que prestan su apoyo en el sitio mismo en donde se los requiere.
A ustedes, señoras y señores asambleístas, compañeros en este camino de restitución de derechos.
De manera muy especial, al presidente Rafael Correa, gestor de esta revolución, por su apoyo incondicional a la tarea de atender a los que él llama los “olvidados de entre los olvidados”.
Pero, ante todo, a los cientos de miles de personas con discapacidad, y sus familias, que nos abrieron su vida. (como lo ha hecho hoy Andrés Maldonado que está aquí con su familia).
Es conocido lo que, en conjunto, vuelvo a recalcar: en conjunto, hemos hecho todos los ecuatorianos en la Misión Solidaria Manuela Espejo, que ampara una espiral ascendente de registro, atención y prevención de las discapacidades.
Pero lo más importante, es que ya no podemos ni debemos detenernos. Cuando se emprende el camino de la solidaridad, esta espiral es imparable en materia de políticas sociales que tienen como objetivo primordial el buen vivir; vale decir: la equidad, la justicia, la armonía, la paz.
En esa cálida espiral están otros programas como los de inclusión educativa, laboral y cultural. Están los planes de vivienda digna, la recuperación de los jóvenes de la calle, la atención a los compatriotas en el exterior, la ayuda en enfermedades catastróficas discapacitantes.
Pero está, como eje transversal y vivificante, la propuesta de una Ley Orgánica de Discapacidades que, de lo que tengo entendido, está lista para segundo debate y aprobación final.
Ésta, al igual que la Misión Solidaria Manuela Espejo, es una tarea conjunta a la que se sumaron científicos en salud, educación, vivienda, derecho. Y ustedes estimados asambleístas, de manera particular la Comisión Ocasional de Personas con Discapacidad, con su Presidenta María Cristina Kronfle y su Vicepresidente, Celso Maldonado; así como Fernando Aguirre, Irina Cabezas, Sulay Conterón, Marcia Cueva, Pamela Falconí, Scheznarda Fernandez, Maruja Jaramillo, María Molina, Víctor Quirola, Carlos Velasco, María Alejandra Vicuña y Mercedes Villacrés.
La mejor manera de hacernos dignos de una medalla, con un nombre tan grande como es el de Eloy Alfaro, es continuar su legado de justicia y solidaridad.
Eloy Alfaro, fue un gobernante que no olvidó a nadie en sus políticas públicas. Por esa hermosa tendencia a la inclusión, fue también pionero en la equidad de género, y en la restitución de derechos (que vienen a ser lo mismo).
Hay tantas y tan edificantes anécdotas de la solidaridad del General Alfaro, con todos, sin importar en qué bando o ideología militaran, que no podemos sino añadirle un apelativo más, que es el de “General de la Solidaridad”.
Después del triunfo de Gatazo, Alfaro pasó revista a los prisioneros de guerra en los calabozos de Quito. Ahí encontró a Luis, un muchacho de 13 años que, sin ambages, afirmó que estaba preso por haber peleado en su contra, y que lo había hecho por acompañar a su padre, el mayor Elías Pareja y Larrea, conservador y opositor.
Alfaro premió su actitud de buen hijo, liberándolo y ofreciéndole estudios en el exterior.
El adolescente no aceptó la invitación y –a cambio- le pidió que liberara del exilio a su padre, que estaba en Corinto, Costa Rica.
El indulto a los expatriados conservadores y ex combatientes, fue inmediato.
Los regresó cubriendo todos los gastos de viaje, e invitándoles a rearmar sus hogares y a convivir en un gobierno liberal y democrático.
La solidaridad no tiene fronteras, peor límites de tiempo, espacio o ideología, y mucho menos excepciones.
Ustedes lo están demostrando, y Ecuador está enseñando al mundo que la paz se construye cuando miramos al otro, al diferente, como parte de una misma patria.
Señoras, señores