DISCURSO DEL SEÑOR VICEPRESIDENTE AL SER CONDECORADO POR EL GOBIERNO DE PERÚ

«Hubo una época en que fuimos sabios. Fueron momentos en que los andinos no sólo convivíamos pacíficamente sino que nos integrábamos como hermanos, coterráneos de una misma vida.

No había fronteras, como no fueran aquellas que impone la geografía, esa amiga que nos enseña a convivir con lucidez.

Desde que trazamos esos límites, hasta se nos complicó hablar. Ahora tenemos que decir: «lo que hoy es Perú» o «lo que se conoce como Ecuador» cuando en realidad éramos un solo pueblo concatenado por cacicazgos y herederos de tradiciones culturales comunes.

Dicen los arqueólogos que pueden rastrear esa hermandad andina hasta la gran Valdivia y su influencia en Huaca Prieta. Cinco mil años de andar unidos no pueden ni deben ser borrados u olvidados.

Porque el conflicto fronterizo que tanto tiempo entenebreció nuestras relaciones nunca permeó hacia los habitantes que, diariamente, intercambian el producto de sus manos. Siempre anduvimos integrados, a pesar de los gobiernos y de los perversos intereses de que América no encuentre su fuerza en la unión.

Somos un gobierno que cree en la ciudadanía universal como modo de existencia pero en el caso del Perú, esa ciudadanía es casa adentro, como miembros de una misma familia.

José Carlos Mariátegui ya advertía hace casi un siglo: «Tenemos el deber de no ignorar la realidad nacional, pero tenemos también el deber de no ignorar la realidad mundial. El Perú es el fragmento de un mundo que sigue una trayectoria solidaria».

No es sólo una frase, es una sorprendente coincidencia para el día de hoy en que el hermano país, el Perú de Mariátegui, me impone una condecoración por una labor nacida de la Solidaridad.

Coincidencia también porque José Carlos Mariátegui tuvo una discapacidad física que, lejos de alejarlo del mundo, le impulsó a ser combativo por la justicia en nombre de la Solidaridad con el maltratado y el olvidado.

De eso hemos hablado largamente entre los dos gobiernos, de la lamentable coincidencia de dolores como es el abandono secular a las personas con discapacidad. Las dos vicepresidencias nos hemos puesto de acuerdo en proponer al nuevo gobierno del Perú aplicar en su país la Misión Solidaria Manuela Espejo con los obvios y valiosos cambios que se harán allá.

Hemos hablado, con el amigo embajador Javier León, con el canciller José Antonio García Belaunde y con el colega vicepresidente Alejandro Giampietri Rojas, de la necesidad de que la paz sea vigente y la integración más estrecha.

Para todos es conocido que ha habido escollos que sortear y problemas que resolver. Pero es porque ambos pueblos somos lo mismo, somos los mismos. César Vallejo decía “Hay soledad en el hogar sin bulla, sin noticias, sin verde, sin niñez” y eso es lo que ha sucedido entre Perú y Ecuador.

Pero con nuestras voluntades eso también va a cambiar. Porque nos hemos reconocido solidarios y hermanos.

Quizá porque se produjo en nosotros lo que Vallejo describía: “Y en esta hora fría, en que la tierra trasciende a polvo humano y es tan triste, quisiera yo tocar las puertas, y suplicar a no sé quién, perdón, y hacerle pedacitos el pan fresco aquí en el horno de mi corazón…” o porque debemos, como decía Jorgenrique Adoum: “amazorcarnos” entre los que quedamos para que ya nadie nos separe.

Vamos a lograr lo ansiado y más. La paz y la integración no sólo son necesarias sino vitales. Ahora son posibles, una vez que hemos borrado las fronteras y nos hemos dado la mano franca y el abrazo entrañable.

A nombre de quienes hoy hemos recibido este cálido reconocimiento, permítanme expresar nuestro agradecimiento por estas condecoraciones.

Somos todos compañeros de ruta y estas condecoraciones constituyen el mejor impulso para continuar estrechando relaciones milenarias».