Homologación de compensaciones en las FFAA y la Policía Nacional

Hemos dicho que todos, juntos, estamos construyendo una patria justa, solidaria y equitativa, la patria del buen vivir en la que deben ser superadas toda suerte de inequidades.

No es un lema ni un slogan: justicia, solidaridad y equidad van de la mano, como cuerda de tres cabos que no se rompe fácilmente.

Hace poco me preguntaba un joven “por qué insisten ustedes en eso de la equidad. Antes sólo se hablaba de igualdad, de caridad”.

Juntos aprendimos que igualdad es que todos tengan lo mismo, pero equidad es que cada quien tenga lo que le corresponde. Y le expliqué que la solidaridad es entre pares, horizontal, como decía Eduardo Galeano, porque la caridad es vertical y marca diferencias, desigualdades e inequidades.

Para el gobierno, la equidad es un imperativo.

Por eso, combatimos la tercerización laboral que atentaba en contra de los derechos de millones de trabajadores ecuatorianos, trabajamos por abolir la contratación por horas; penalizamos la no afiliación a la seguridad social; reconocimos los derechos laborales de las empleadas domésticas; exigimos la inclusión laboral de las personas con discapacidad; regularizamos las condiciones laborales de médicos y maestros…

Hoy, avanzamos hacia la homologación de salarios y compensaciones del servicio público en general ,y entre las distintas ramas de las fuerzas armadas, de la policía. Y de toda la fuerza pública.

La equidad es un tema apasionante y apremiante, porque devuelve la dignidad a la sociedad y los derechos a sus integrantes.

Hemos dado pasos sustanciales: los salarios de las fuerzas armadas y de la policía casi se han duplicado. Las dos instituciones han sido beneficiarias de una inversión pública sin precedentes, para mejorar las condiciones de vida y de servicio de todos sus integrantes, tanto en servicio activo como pasivo.

Cuando cada uno cumple con su deber a cabalidad, merece un trato igualitario y equitativo.

Por ello, y a manera de ejemplo, permítanme comentarles que las condecoraciones y las compensaciones, deben ser transparentes y diferenciadas. No es lo mismo un asunto de honor, que uno de orden técnico.

La homologación era un asunto de justicia, al igual que las compensaciones, que  deben tener una tabla común para evitar cualquier tipo de distorsiones y fomentar el justo deseo de ascender en la carrera militar y policial, con igualdad de oportunidades.

En la búsqueda de la equidad hay temas que parecerían paradójicos: si queremos una cultura de paz, tenemos que fortalecer a la fuerza pública, a las fuerzas armadas y a los servidores públicos del ámbito de la seguridad. Porque la paz sólo es posible en libertad, y la libertad es indispensable para una seguridad integral.

Hoy, nuestros militares y policías están involucrados en esa seguridad integral: seguridad contra desastres, en emergencias de salud, en la labor de los bomberos…

El ministerio de relaciones laborales, el ministerio de finanzas y el ministerio de defensa, han trabajado de manera responsable y técnica en los documentos que se suscriben hoy.

Gracias y felicitaciones a todos quienes se han esforzado en su trabajo.

Hoy constatamos que  los problemas podrán ser muchos, pero somos catorce millones para pensar soluciones.

Los hombres y mujeres que sirven en las fuerzas armadas y en la policía son dignos de la mayor admiración; ser militar o policía es una muestra de amor al prójimo y a la patria: los hemos visto dispuestos a arriesgar su propia vida por salvar otras, o por defender la soberanía. Por eso, más que una profesión, se trata de una vocación de servicio, que merece nuestro respeto, agradecimiento y reconocimiento.

Muchas gracias, policías y militares de la patria, por su esfuerzo, por su entrega, por su vida dedicada al prójimo.

Son ustedes ejemplo de dignidad y lealtad para las futuras generaciones, orgullo de todos los ecuatorianos, y sueño de futuro de todos los niños y niñas de mi país.

Muchas gracias