Intervención del señor Vicepresidente en la inauguración de las instalaciones del Registro Civil al sur de Guayaquil

Guayaquil, 9 de Octubre de 2010

“En el proceso de construcción de nuestra identidad, el Registro Civil fue hijo temprano de la revolución de Alfaro. Su existencia se remonta a un tiempo que no solo significó en nuestro país un cambio de siglo, sino un cambio de época: el año 1.900.

Uno de los mayores empeños de aquella revolución que lideró el general Eloy Alfaro, fue la separación de la Iglesia y del Estado. Con la creación del Registro Civil, la administración alfarista logró –por fin- establecer la modernidad en el Ecuador; es decir, definir la autonomía y la autoridad del Estado en la esfera de lo público.

La creación del Registro Civil fue un hecho decisivo. En adelante, la existencia del Estado no puede concebirse ya bajo ninguna dependencia; sin embargo, desde el primer momento surgieron todo tipo de obstáculos para el adecuado funcionamiento del Registro Civil.}

La penuria de recursos y la desidia, fueron la causa principal de las permanentes deficiencias del Registro Civil, de su imparable deterioro a vista y paciencia de los poderes públicos, de la partidocracia, con el desdén de quienes incluso trataron de privatizar todo y liquidar al Estado. Con el tiempo llegó el día en que la sola mención de su nombre era sinónimo de corrupción y menosprecio a la ciudadanía.

Una institución que menosprecia a quienes debería servir con la mayor eficiencia se menosprecia en realidad a sí misma.

La obtención del documento básico que acredita la ciudadanía y la existencia misma de las personas naturales ante la ley, en lugar de ser un acto revestido de la mayor dignidad, se convirtió en un asunto menor con el cual se podía traficar en la forma más ligera e informal. Las oficinas del Registro Civil se convirtieron en un triste mercadillo de intermediación y maltrato a la dignidad humana.

No se trata solamente del mejoramiento de un servicio. No se trata solamente de poner a disposición del público un local nuevo, unas instalaciones modernas, un sistema computarizado para el registro indeleble de la identidad de los ciudadanos, de sus cambios de estado civil, del registro de nacimientos, defunciones, de expedición de la cédula de identidad más moderna y segura, con un microchip incluido, con tecnología de punta a nivel mundial.

Se trata, amigos y amigas, de una transformación que presupone un cambio radical en el ejercicio del poder. Le llegó la hora final a ese poder clandestino que medraba a la sombra del Estado y permitía el tráfico de identidades. Lo público puede y tiene que ser de la mejor calidad; lo público tiene que revestirse de la máxima dignidad, del mayor decoro.

La Revolución Ciudadana significa eso precisamente: el nuevo Ecuador, la nueva política orientada a recuperar la plena dignidad del ser humano, que es la razón de ser de todos los esfuerzos del Estado; y el Estado procura, ante todo, el bien común. Estas nuevas instalaciones del Registro Civil permitirán brindar al público un servicio de calidad según la demanda de los usuarios de nuestro Guayaquil; esto significa que estamos sentando las bases para la conversión del Estado al servicio de unos pocos privilegiados, en un Estado al servicio de todas y todos, para el buen vivir, a lo largo y ancho de la Patria.

Quiero ser enfático: el servicio público no solo puede ser bueno, sino que debe ser bueno; y no solo bueno sino excelente. Y la ciudadanía tiene que ser tratada con respeto, porque ese es justamente el punto de partida: el pleno reconocimiento de la dignidad de las personas.

Cambiar una entidad como el Registro Civil era una misión imposible; sin embargo, aquí están las pruebas fehacientes de que los cambios son posibles, que podemos y debemos seguir adelante con esta revolución ciudadana que nada ni nadie la puede detener.

Estimado Paulo –Rodríguez- recibe mis más cálidas felicitaciones por el trabajo que está realizando el Registro Civil en todo el país. Tu gestión y la mística que has logrado imprimir en los funcionarios y compañeros de trabajo es el fiel reflejo del empeño del gobierno de la revolución ciudadana en tratar a cada ciudadano-sin excepción- como se merece.

Es nuestra obligación atender a todas las necesidades de todos. Con calidad y calidez. Con eficiencia y eficacia; y el Registro Civil lo está logrando.

Reciban guayaquileñas y guayaquileños estas hermosas instalaciones con sus eficientes servicios como un homenaje a su historia de lucha y valentía, como un reconocimiento a la gesta libertaria.

Amigas, amigos, ¡qué viva Guayaquil!”