Lanzamiento diccionario de lengua de señas ecuatoriana

El mundo de la discapacidad es tan variado, que hay algunas que son invisibles como lo es la auditiva. Sólo cuando vemos que una persona usa sus manos para expresar con señas sus necesidades e inquietudes, nos percatamos de que tiene una discapacidad auditiva.

En tanto que discapacidad, nuestra preocupación ha sido prevenirla, atenderla y rehabilitarla; en otros casos, hemos impulsado todas las acciones necesarias para poder equiparar su condición para que tengan igualdad de oportunidades.

Por ello, hemos implementado 874 servicios audiológicos y 30 centros de rehabilitación de lenguaje en la Red de Salud Pública. 337.781 personas han sido atendidas, priorizando principalmente a la niñez. Iniciamos el tamizaje auditivo de los niños de 0 a 9 años; hasta el momento 508.178 niños fueron tamizados y anhelamos concluir en el 2013 con 1’000.000 de niños en el ámbito escolar y pre-escolar.

Hasta el momento, hemos entregado 14.630 prótesis auditivas o audífonos a personas de diferentes edades, pero siempre priorizando a los niños y jóvenes en etapa de aprendizaje.

Obviamente, y como siempre, este es un trabajo conjunto. Hemos desarrollado todos estos programas con la sociedad civil y con la Federación Nacional de Sordos del Ecuador (FENASEC).

Dentro de estos programas, ocupa un sitial el Diccionario de Lengua de Señas Ecuatoriano que hoy ponemos a consideración del país.

El mundo del silencio es tan rico como cualquier otro y, sobre todo, tan respetable y tan valioso.

Hace poco tuve la oportunidad de conversar con un adolescente sordo que había aprendido a “hablar” como los que no tenemos discapacidad auditiva. Aunque lo hacía bastante bien, me sorprendió escucharle decir “yo puedo hablar como ustedes, pero no soy feliz cuando lo hago, porque mi idioma no es éste; me siento incómodo y aislado”.

Este joven definía con su vivencia un problema de identidad que debemos atender, más allá de la discapacidad. La identidad de cada grupo humano, está marcada por su cultura. Parte fundamental de la cultura es el idioma porque con él nos comunicamos con nuestro entorno.

El idioma de una persona con discapacidad auditiva no es uno que emita sonidos, sino que se expresa con señas, como cuando éramos niños y aprendíamos a comunicarnos por imitación. O como cuando aprendemos otra lengua y, mientras empezamos a balbucearla, no nos queda más remedio que acudir a las señas para hacernos entender.

Por eso, es un idioma como cualquier otro. Quisiera que entendamos que, así como hay una lengua castellana, inglesa o china, también hay una Lengua de Señas. Tiene tanta riqueza en matices y emociones como cualquier otra y, además, posee sus modismos locales.

Hasta hace poco, esta sociedad miserable, obligaba a los niños con discapacidad auditiva a hablar como los que no la tienen. Aunque ustedes no lo crean, se les amarraban los bracitos a la espalda para que no se les ocurriera utilizar una lengua que no fuera la ordinaria, mal llamada “normal”. No entendían los ignorantes profesores que así lo hacían, que para un niño -que nunca ha escuchado el fonema “casa” por ejemplo- pronunciar esas sílabas no sólo es casi imposible, sino que no tienen ningún significado para él, ni relación alguna con nada en su cerebro.

Afortunadamente, esto ha cambiado. Ahora entendemos, con respeto, que la Lengua de Señas es un sistema de comunicación que debe difundirse y, sobre todo, aprenderse, si queremos enriquecernos como seres humanos.

Porque, si aprender otro idioma es enriquecedor, aprender la Lengua de Señas incrementa nuestra capacidad de aprendizaje y razonamiento.

Permítanme darles una prueba de ello: el año pasado, algunas escuelas primarias de España decidieron enseñar Lengua de Señas a todos los alumnos que compartían el aula con niñas y niños con discapacidad auditiva. Al poco tiempo, cuando se realizaron las evaluaciones de aprendizaje de lenguaje y cálculo, entre otros, aquellos niños que habían aprendido Lengua de Señas obtuvieron las calificaciones más altas, y de largo, en toda la historia de estas evaluaciones. Los pedagogos concluyeron que sus capacidades cognitivas se habían desarrollado notablemente por la incorporación de la Lengua de Señas en su mente.

El día de hoy, estamos presentando el Primer Diccionario de Lengua de Señas Ecuatoriana. Muchos se han asombrado de que exista una Lengua de Señas propia del país. Y así es, porque –insisto- es un idioma como cualquier otro, que tiene sus modismos, porque es una parte vital de una identidad importante.

Se trata de un instrumento que permitirá mantener una mejor comunicación con nuestros hermanos con discapacidad auditiva.

Pero, este trabajo y el esfuerzo conjunto, no solo quedará plasmado en un diccionario impreso, sino que anhelamos lograr también la edición de un Diccionario de Lengua de Señas Ecuatoriano digitalizado.

Queremos entregar 6.000 copias digitales a todas las instituciones públicas y medios de comunicación, para que sean difundidos y aprendidos. Sólo así lograremos brindar una mejor atención y servicio a este importante sector poblacional.

Para ello, lograremos la impresión de 25.000 guías de compilación del Diccionario oficial de Lengua de Señas Ecuatoriano, que servirán para capacitar a 25.000 funcionarios públicos que realizan atención directa al público. Vamos a coordinar acciones de trabajo con el Ministerio de Relaciones Laborales para capacitación de lengua de señas, mediante módulos de formación virtual para los 500.000 empleados públicos del país. Siempre de la mano de la FENASEC con el apoyo de todo el país.

Victor Hugo habría dicho que “Qué importa la sordera del oído cuando la mente oye; la verdadera sordera, la incurable sordera, es la de la mente”.

Yo les invito a enriquecer su vida y su mente. Les invito a conocer el bello mundo de los ojos que oyen y las manos que hablan.

Aprendamos hoy, la seña que significa “gracias”.