Sesión Solemne Cuenca

 

Este es un momento muy significativo para mí. Es la última vez que vengo a celebrar a Cuenca como Vicepresidente de la Nación. Pero sé que volveré a menudo, porque es una ciudad señorial ¡con tanta historia que contar y mostrar!

Alfonso Ortiz Crespo la bautizó hace algún tiempo como la ciudad de los cuatro nombres. Y tiene razón, porque Guapondelig, Paucarbamba, Tomebamba y Santa Ana de Cuenca, son cuatro nombres que evidencian una historia milenaria y azarosa.

“Llanura amplia como el cielo” es la traducción del cañari Guapondelig. Ese valle que se extiende entre cerros y ríos y que los Incas decidieron conquistar y dominar a finales del siglo XV.

Túpac Yupanqui decidió replicar su bella Cuzco sobre el asentamiento cañari y dice la tradición que la llamó “Paucarbamba” o “llanura de flores”.

Aquí nació Huayna Cápac y decidió rebautizar el cálido nombre que hacía honor a la tradición bucólica de esta región.

Hace poco, el cronista de la ciudad, Juan Cordero me comentaba que es a esa calidez que se debe el acento cuencano. Parecería ser que del cañari, aparte de los topónimos, queda el ritmo y la entonación que les hace “cantar” las palabras.

Debe ser cierta esa herencia ancestral, me digo yo, porque sólo así se entiende que sea esta tierra la que viera nacer al príncipe del pasillo, Francisco Paredes Herrera, autor de centenares de pasillos, pasodobles y pasacalles.

Pero, la ternura de las flores y de las llanuras no podía opacar el espíritu de independencia de la nación cañari. Pronto se levantaron contra Huayna Cápac. 20 años duró la resistencia hasta que la victoria inca adoptó el nombre de “Tumibamba” o “llanura de tumis”. Dice la tradición oral que parecería que fue Atahualpa quien puso ese nombre luego de pasar a cuchillo a todos los varones en edad de tomar las armas, como castigo por su apoyo a Huáscar.

Y también dice la tradición que ordenó que enterraran sus corazones en esa llanura.

Debe ser cierta esa tradición, me digo yo, porque sólo así puedo entender la calidez y hospitalidad de los cuencanos: tienen los corazones de sus antepasados vivificando las raíces de su bella geografía.

Cuando llegan los españoles, Tomebamba está destruida e incendiada. Pero subsiste su sorprendente red de canales y caminos.

Gil Ramirez Dávalos la fundó un día como hoy, con el nombre de la ciudad natal del virrey: Cuenca. Por lo que ahora estamos celebrando a Santa Ana de los Cuatro Ríos de Cuenca. Por más que cambiara de nombre, nadie pudo sustraerse de su imponente paisaje y la feracidad de su tierra.

Gracias por invitarme a esta celebración, Alcalde querido.

He seguido de cerca la labor que está haciendo toda la Administración Municipal. Hemos colaborado estrechamente, Municipio y Vicepresidencia, en temas sociales y culturales.

Ahora no son ni cuatro nombres, ni cuatro ríos, sino cuatro esperanzas que emprenden todos ustedes: una Cuenca Humana, una Cuenca Segura y Ordenada, la Cuenca Emprendedora, Competitiva y Solidaria, y aquella Cuenca con Administración de Cercanía.

Muchos municipios del país deberían seguir este ejemplo de trabajo coordinado entre gobierno local y central, empresa pública y privada, que tiene un solo ganador: el vecino, aquel que nos eligió, y a quienes nos debemos todos los que creemos que la verdadera política es el arte de servir a la gente.

Gracias al Ilustre Concejo Cantonal por la Insignia “Santa Ana de los Ríos de Cuenca”. Dicen que me la otorgan en reconocimiento a una “labor excepcional en beneficio de la ciudad de Cuenca y sus habitantes, que redunda en el mejoramiento de las condiciones de vida de los sectores vulnerables de la sociedad.”

No soy yo quien la merezco. La vicepresidencia sólo encendió la llama de la solidaridad que, como esos corazones enterrados, estaba esperando crecer en cada hermano ecuatoriano.

La recibo en nombre de los cientos de miles de personas con discapacidad que nos abrieron su esperanza para que podamos servirles.

Aquí, en la Cuenca de los cuatro nombres, de los cuatro ríos y las cuatro esperanzas, todos trabajaron y ayudaron, sin excepción. Desde las autoridades hasta el estudiante, desde los militares hasta las auxiliares de enfermería, desde los abuelitos hasta el vecino desconocido… no hubo una sola familia que no participara de Manuela Espejo.

Es a todas esas personas con discapacidad a quienes hay que darles el reconocimiento. Como diría Jacinto Cordero Espinosa: “A mis silenciosos hermanos: peones eternos, labriegos de la piedra, ofendidos por el hombre”.

Y ahora, no hay quien no aplauda y se emocione con el Circo Social, la Orquesta Inclusiva y la Carpa/Centro Cultural.Es aquí en donde hemos iniciado este espectacular proyecto de cultura, fantasía y juventud. Cuenca fue la primera ciudad que acogió nuestra propuesta.

No es de extrañarse: ustedes siempre han sido emprendedores con el corazón y con las manos. Siempre fueron hábiles artesanos, grandes constructores y notables creadores.

Una identidad que les  viene en las entrepieles del alma y el paisaje de esa Cuenca “Hebra de sol tañida, junco de miel sonora”. (César Andrade y Cordero).

Los llevaré siempre en mi alma y en mi corazón.